sábado, 15 de septiembre de 2007

LA TRISTEZA EL GRAN ENEMIGO

(Del libro Virtudes Cristianas, autor. P. A. Rodríguez modificado por: P. Luyando)

La tristeza es el enemigo número uno del hombre, dicen que la tristeza es la tiniebla del alma, porque no deja ver el camino, y no deja avanzar.

La tristeza quita la alegría, deja ciego porque es oscuridad.
La gran enfermedad de la humanidad es la tristeza, Depresión le dicen, pero al fin y al cabo es tristeza.

Muchas personas caen en vicios: drogas, alcohol, juego, vida desenfrenada, búsqueda de placer sin límites; por tener una profunda tristeza en el alma.
Si uno preguntara a algún alcohólico o drogadicto acerca de lo que ha ocurrido en su pasado, la gran mayoría nos contaría que algún sufrimiento marcó sus vidas.
Los que han intentado quitarse la vida alguna vez, fueron dominados de tal forma por la tristeza, hasta perder el sentido del valor de la vida.

Al preguntarles a las mujeres que han incurrido en un aborto; la mayoría nos responderá porque no tenía otra salida: Fueron repudiadas por la pareja, la familia, la sociedad; es decir al sentirse solas entraron en una profunda tristeza, que hizo optar por lo peor. Peor aún lo que viene: la gran tristeza por el cargo de conciencia.

Echa muy lejos la tristeza, dice el Sabio, porque la tristeza ha matado a muchos y no hay provecho alguno en ella (Ec 30,24).
Para remediar el mal de la tristeza, hay que tener el mismo cuidado como si se tratara de cualquier enfermedad del cuerpo, por los grandes daños que puede causar.
Hay que cuidarse de no caer en la tristeza, ni que ella ingrese a tu corazón; porque si se le da entrada y se asienta; sentiremos rechazo a las cosas buenas, incluso las ligadas a Fe.

El Salmo 118, 28 dice: Adormeciese de tedio mi alma, no dice que se adormeció el cuerpo, sino mi alma. La tristeza, vuelve desabrido y áspero a la persona. La tristeza mueve la ira y el enojo; cuando estamos tristes nos airamos y nos enfadamos de cualquier cosa; hace al hombre impaciente en las cosas que trata. Llega a turbar tanto la tristeza; que quita el sentido y saca fuera de sí: “Donde hay amargura y tristeza no hay juicio”(Ec 21, 15).
Cuando reina la tristeza y melancolía, empiezan a surgir ideas obsesivas y temores que no tienen fundamento, de tal forma que esas ideas pueden convertirse en “conversaciones”, que rondan por la cabeza muy parecidas a la locura.
“Lo que hace la polilla con la madera, eso hace la tristeza en el corazón del hombre”.
Así la madera carcomida por la polilla no sirve para sacarle provecho alguno, no se le puede poner peso encima porque sino se hace pedazos. Así el hombre carcomido por la melancolía, triste y desgraciado, se hace inútil para todo lo bueno.
Desgraciadamente aquí el mal no para; la tristeza en el corazón es causa y raíz de muchas tentaciones. En la sombra de la tristeza, se esconde el mal, es su nido y madriguera.

Decía San Francisco que cuando el corazón de uno está triste, fácilmente se ahoga en la desesperación, o en los placeres mundanos. Al que anda triste y melancólico, el mal lo hace caer en la desconfianza y en la desesperación; lo mismo que hizo con Caín y con Judas. Esta gran desconfianza propicia buscar falsas seguridades en curanderos, lecturas de cartas y en otros elementos esotéricos.
Otras veces el mal lo hace caer en deleites mundanos: juego, consumismo compulsivo, fijación exagerada en la apariencia externa, viajes que no tienen otro fin que hacer escapar al que teme enfrentarse a la realidad. Otras con deleites carnales o sensuales: adulterio, promiscuidad, drogadicción; creyendo que con esto saldrá de la pena y tristeza que se tiene. Toda persona al alejarse de Dios, cae en deleites desenfrenados, busca la adrenalina en todo que hace para paliar su tristeza. Es tal el mal que hace la tristeza que dice el sabio: “Todos los males vienen por la tristeza”(Ec,25,17)

Al caer en estos deleites el cargo de conciencia de la persona es muy grande, esto hace sentir la necesidad de acercarse mas a Dios. Desgraciadamente la persona al no poder (o querer) reconocer verdaderamente la causa del mal, escoge generalmente el camino tibio, fácil, en donde no se toque la fibra del problema y recurre a doctrinas engañosas que al final empeoran mas su estado, lo mismo sucede al buscar ideologías de la Nueva era que parten de la idea de “autocuración” ,“poder dentro de uno” o “autosugestión”, que termina por devastar psicológicamente y espiritualmente a la persona.

Pero ¿Por qué la tristeza?
Tristes se sienten los que no tienen ideales, y si los tienen y aún siguen tristes; es porque sus ideales solo están centrados en el beneficio de ellos mismos.
Triste se siente el que siente que fracasa, por el temor a emprender una obra mejor que la anterior.
Una gran tristeza siente el que ha perdido a un familiar o amigo querido, por no aceptar que la muerte es parte de la vida.
Triste se siente el desempleado, el hambriento, el maltratado; más que nada por la indiferencia, el abandono y el sentirse marginado.
Triste se siente el que se apoya sólo en sus fuerzas, y ve que no puede, pues cometió el error de no confiar en Dios primero.
Tristeza mas grande aún siente; el que a pesar de haber conocido el amor de Dios, persevera por el mal camino……

Guardémonos de la tristeza: “No sea que brote alguna raíz de amargura y sean por ella muchos contaminados” (Heb 12, 15)

Preguntas:
Define con tus palabras cual es la sensación al estar triste (puede incluir lo que siente en el cuerpo también)

¿Se siente triste por algo? ¿Desde cuando se siente así?. Si es que no relate lo que le sucedió a algún familiar o conocido.

¿Cuál es la causa (s) de su tristeza? (medite bien esta respuesta)

¿En que momentos se ha sentido muy felíz, mayormente estuvo solo o con alguien?

5. ¿De que se ha dado cuenta?

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